"Planear un viaje es el principio de una gran aventura"

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domingo, 19 de septiembre de 2010

Poner una "pica" en Flandes.Dia 3:Atomiun y último paseo.

Nuestro tercer día en Bruselas comenzó con un pequeño paseo desde el hotel para ver la fachada de un antiguo mercado de 1881 convertido hoy en lugar de exposiciones: los Halles Saint- Gery y la capilla de Sainte-Catherine, una pequeña iglesia que estuvo adosada a los muros de la ciudad. En la plaza de Sainte-Catherine durante la navidad se coloca un gran mercado navideño y su estanque central se convierte en una pista de patinaje sobre hielo.


Desde allí y en metro nos desplazamos hasta otro de los símbolos de la ciudad : El Atomiun.

El Atomiun es una estructura que representa un cristal de hierro aumentado nada más y nada menos que 165 millones de veces. Son nueve esferas de acero de 18 metros de diámetro y es realmente impresionante.

Fue construido para la Feria Mundial de Bruselas de 1958. Una estructura diseñada por André Waterkeyn que se pretendía mantener solo seis meses y hoy es todo un símbolo de la ciudad.
Yo diría un “gran” símbolo, tiene 102 metros de altura y pesa 2400 Kg.

La visita al interior del Atomium había leído que no tenía especial interés, tramos de escaleras mecánicas y en lo alto un mirador. Como está lejos de la ciudad las vistas no debían ser son especialmente bonitas ya que, además, el día amaneció muy nublado. El precio tampoco nos animo mucho, 11 euros, así que decidimos verlo solo por fuera.

Sí que teníamos intención de visitar el parque de Mini Europa, pero precisamente en Enero estaba cerrado. Para los que tengáis más suerte que nosotros…el Parque tiene replicas a escala 1:25 de 350 de los monumentos y edificios más emblemáticos de Europa. La entrada cuesta 12,90 €.
Pero nos quedamos con las ganas…

Estaba claro que nuestro tercer día en Bruselas nos saldría muy barato.

Ya que teníamos tiempo, nuestro avión salía a primera hora de la tarde, decidimos hacer una parada en la estación de Simonis, para visitar la Basílica de Koekelberg.
La Basílica se comenzó a construir en 1905 y se terminó en 1971 y con su construcción se quería conmemorar la independencia de Bélgica.

Es un enorme edificio, con una gran cúpula y una decoración interior de estilo Art-Decó muy sencilla. Nada especial, salvo su tamaño.
Lo que más nos gustó de esta visita, fue atravesar a pie un precioso parque nevado para poder llegar a la basílica.

De vuelta al metro de Simonis, y en la misma línea 2, llegamos a la estación de De Brouckrere.
Cerca, el edificio del Teatro Real de la Moneda, uno de los edificios de opera más grandes y que tiene para los belgas un especial significado.

En 1830 se representaba la opera de Daniel-Francois Aubert “La Muda de Portici”. Por lo que leí, la opera trata de la rebelión del pueblo napolitano contra la ocupación española. Durante el aria “Amor Sagrado de la Patria” los asistentes se levantaron y salieron a la calle amotinados contra los holandeses, que por entonces ocupaban la ciudad, para conseguir que la abandonaran.
Fue, al parecer, uno de los movimientos que facilitarían más tarde la independencia de Bélgica.
Un poco de historia…. Menudo rollo ¿No?
Caminamos por la Rue des Boutchers, esquivando las ofertas de un montón camareros, que nos invitaban, con cierta pesadez a comer en los restaurantes de la calle, para dar nuestra ultimo vistazo al la maravillosa Grand Place y desde alli, y saludando de nuevo al “Niño meón”,llegamos al hotel, recogimos las maletas y nos trasladamos al aeropuerto…..






Fue un viaje muy bonito y no fué tan difícil como “Poner una pica en Flandes” que solo ha sido un título para este diario.

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