De camino a los Ancares paramos en Villafranca del Bierzo, en pleno camino de Santiago.
Hacia mucho frío pero aún así, dimos un paseo por sus calles, recorrimos la calle del Agua, con dos singulares edificios, el Palacio de los Marqueses de Villafranca y el Palacio de Torquemada , La Colegiata, la Plaza Mayor, el Convento de la Anunciada y la Iglesia de Santiago.
La iglesia de Santiago construida a principios del siglo XIII conserva una portada muy importante para los peregrinos que se dirigían a Santiago: La Puerta del Perdón. En ella los peregrinos que se encontraban enfermos o impedidos y no podían seguir camino hasta Santiago de Compostela, conseguían ganar el Jubileo.
Seguimos camino y llegamos a una comarca que une León y Lugo: Los Ancares.
Una comarca que, aún hoy día, mantiene una muestra muy atractiva de tradiciones y sobre todo de arquitectura: Las Pallozas.
Las Pallozas eran construcciones donde animales y personas compartían techo o como dicen aquí teito construido a base de trenzar la paja de centeno. Hay opiniones que apuntan su origen celta, y otras mantienen su origen medieval.Algunas Pallozas se usan en la actualidad como bares y restaurantes y en una de ellas nos tomamos un café calentito para seguir camino hacia Ballouta donde está el mayor conjunto de pallozas de la zona. Para llegar hay que subir el puerto de los Ancares y en uno de sus miradores hay que hacer una parada para contemplar un paisaje que se iba ocultando por la niebla, un paisaje casi mágico.
Seguimos camino para dirigirnos a un valle tan espectacular como poco conocido:
El Valle del Silencio.
Para llegar tenemos que dirigirnos hacia Peñalba de Santiago. Poco antes hay a mano derecha una pequeña cascada y en el camino a nuestra izquierda, nos acompaña el río Oza.Peñalba de Santiago es un pueblo con encanto que ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico.Entre sus casas amontonadas con cubiertas de negra pizarra, aparece la iglesia de Peñalba, mozárabe del siglo XII y único resto del antiguo monasterio fundado por San Genadio, En la iglesia nos sorprende encontrar una impecable puerta de dos arcos de herradura, reliquia de la presencia mozárabe en estas tierras.
San Genadio era un santo eremita que encontró en este valle su lugar de recogimiento y oración. Cuenta la leyenda que San Genadio tenía tanta necesidad de recogimiento y paz para meditar, que mando al río callar y la corriente del río se introdujo debajo de la cueva donde el santo meditaba para que el ruido del agua no molestara al santo.Desde el pueblo hay una ruta que en poco más de media hora nos acerca a la gruta de San Genadio. Nosotros, en esta ocasión, preferimos un corto paseo por el pueblo; el frío y el viento no nos pareció buena compañía para hacer senderismo.
De vuelta a casa, una parada en Corullón para ver una pequeña iglesia románica, la de San Miguel, construida en el siglo XII.
Tiene, por encima de la pequeña portada, una arquería de arcos ciegos que, salvando las distancias me recuerda a San Isidoro de León.
Os espero en el Próximo Capítulo: Ponferrada.
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